Andrés Ortiz-Osés
LA NADA QUE NOS SALVA
Nada es más real que la nada
dice Samuel Beckett
porque el trasfondo de la realidad
es la nada de que todo procede
y a la que todo vuelve mística
misteriosamente.
Nada nos salva y en consecuencia lógica
la nada es la que nos salva ilógicamente
del ser del tiempo crudamente creado
o proyectado
mas luego acogido en el espacio vacío
de inclemencias errores y terrores.
La nada define la deidad de Eckhart
vaciada aún de posteriores dioses y hombres
deidad que es nadidad originaria de que surge
la navidad o natividad en la que todos nacemos
y la vacuidad final de la muerte en la que todos
nos desvanecemos.
No es un panteísmo sino un panenteísmo
traducido en un nihilismo soteriológico
presidido por el pre-ser y poscedido por un pos-ser
vacío de sí mismo
como un alma vaciada de su cuerpo
y retornada a su origen verdadero.
La nada es ese círculo sin centro que coimplica
los seres en su ausencia y presencia
la preexistencia que precede a la existencia
y la posexistencia que recoge su esencia deyecta
acogida cual muerte que nos salva
de toda posterior mortalidad.
La nada es apertura inicial y abandono final
la nada que nos salva de la nada
el ab-soluto disolutor y liberador de toda absolutez
el que nos libra de la necesidad de ser encadenados
entitativamente al destino implacable de este mundo
impío así aplacado piadosamente.